Ética kantiana

La ética kantiana, basada en los principios filosóficos de Immanuel Kant, ofrece una perspectiva fascinante sobre cómo debemos comportarnos moralmente en nuestras vidas. En este artículo exploraremos los fundamentos de la ética kantiana y su relevancia en el mundo actual. Descubriremos cómo esta perspectiva ética enfatiza la importancia de seguir reglas universales y cómo se relaciona con conceptos como el deber, la autonomía y la dignidad humana. Prepárate para sumergirte en el fascinante mundo de la ética kantiana y reflexionar sobre nuestras decisiones morales en el día a día.

Un conjunto de principios morales universales que se aplican a todas las personas, independientemente del contexto o situación.

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¿Qué es la ética kantiana?

La ética kantiana es un conjunto de principios morales universales que se aplican a todas las personas, independientemente del contexto o situación. Immanuel Kant, filósofo alemán, llama a los principios imperativos categóricos, que se definen por su moralidad y grado de libertad.

Ética kantiana

¿Quién fue Immanuel Kant?

Immanuel Kant (Prusia, 1724-1804) fue uno de los intelectuales más influyentes en el campo de la filosofía política. Hoy en día, los sistemas judiciales de las democracias se basan esencialmente en los escritos de Kant. La obra del filósofo proporciona una exposición convincente de un conjunto único de principios morales que pueden utilizarse para diseñar instituciones justas para el perfecto gobierno de la sociedad. Las Naciones Unidas se fundaron siglos después de la publicación del primer libro de Kant y se basan en gran medida en su visión de un gobierno internacional que une a los Estados-nación y mantiene la paz.

Los imperativos categóricos en la ética kantiana

Un imperativo hipotético es una obligación moral que se aplica únicamente a la consecución de un objetivo predeterminado. Por ejemplo, un estudiante estudia para sacar buenas notas. Los imperativos hipotéticos son independientes de la moralidad. Kant sostiene que nuestros deberes morales están determinados por imperativos categóricos. Las reglas son categóricas porque son universalmente aplicables, a cada persona, en cada situación, independientemente de sus objetivos e inhibiciones personales. Son imperativos porque una persona puede tender a no adherirse a un código moral de conducta, ya que es humano buscar placer y aliviar el dolor.

Kant deriva una prueba para determinar un imperativo categórico. Dice: “Obra sólo de acuerdo con la máxima por la cual puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley general”. Esto significa que una idea sólo puede revelarse si se aplica a todos. Hacer trampa en un examen sólo puede ser moral si el hecho de que todos los demás hagan trampa en un examen está justificado. Sin embargo, en términos prácticos, un escándalo masivo de trampas destruirá la confianza en el sistema de meritocracia, llevando al colapso de las instituciones educativas.

En resumen, hacer trampa en un examen no es ético. Según la ética kantiana, los imperativos categóricos son contrarios a la intuición en el sentido de que, aunque las personas tienden a actuar por interés propio, sus acciones deben estar determinadas por su deber para con la humanidad. Kant consideraba la superación personal y la autoconservación como una obligación indiscutible impuesta a todos. Por tanto, la improductividad, el suicidio o cualquier forma de autodestrucción son inherentemente inmorales.

La definición kantiana de moralidad.

La filosofía moral de Kant es una teoría normativa deontológica, es decir, rechaza la idea utilitarista de que la rectitud de una acción depende de cuán fructífero sea su resultado. Dice que el motivo (o medio), más que la consecuencia (o fin), de una acción determina su valor moral. Para vivir éticamente, uno nunca debe ver a otra persona como un medio para alcanzar una meta mayor. Los humanos se diferencian de otras formas de existencia física por su capacidad única de razonar.

Kant escribió: “Sin racionalidad, el universo sería un desperdicio, en vano y sin propósito.” La única manera de preservar esta conciencia, que es única en el universo, o al menos en la Tierra, es considerar a todos los seres humanos como termina en sí mismos. Está bien comer alimentos para satisfacer el hambre, pero robar está mal porque priva al dueño de su propiedad privada.

Kant representa un concepto estricto de moralidad que exige la universalidad de la virtud. Robar es inmoral independientemente de las circunstancias. El asesinato también está mal en el caso de defensa propia. Esta objetividad sigue siendo la idea más notable y controvertida de Kant, ya que pone en duda los fundamentos de la civilización desde Aristóteles.

Sin embargo, Kant no es masoquista ni anarquista. Entiende que para que exista una civilización, un estudiante debe utilizarse a sí mismo como un medio para obtener buenas calificaciones y a su profesor como un medio para acumular conocimientos. Aquí introduce la idea de que el respeto es esencial para la humanidad y es distinto de sentimientos como el amor, la compasión o el altruismo. El respeto no discrimina como lo hace el amor. Eres humano y por lo tanto mereces respeto. Kant la llamó la fórmula para la humanidad y sigue siendo, con diferencia, la formulación menos controvertida.

Autonomía y libertad

El Crítica de la razón pura Se considera el relato más completo de la historia de la determinación del libre albedrío. Kant habló de la libertad no como una ley universal y concreta, sino como algo que cada uno puede crear por sí mismo. Es decir, actuar virtuosamente simplemente porque tememos el castigo es autodestructivo.

El libre albedrío va más allá de la visión pesimista de la “libertad respecto de” actores externos y se convierte en una “libertad” para determinar y hacer cumplir de forma autónoma los requisitos morales. Es similar a la idea de libertad de Jean Jacques Rousseau. Cuando alguien actúa según sus deseos o su intuición, simplemente está actuando para satisfacer una necesidad. Esto nos convierte a uno en esclavo del impulso y, para Kant, la libertad es lo opuesto a la necesidad. Su idea de libertad es, por tanto, diferente del libertarismo, que predica que uno debe tener la libertad de hacer lo que quiera.

Los críticos argumentan que la autonomía crea un espacio para la subjetividad porque diferentes principios podrían tener autoridad decisiva sobre diferentes personas. La respuesta de Kant es simple: la racionalidad es universal, independientemente de las experiencias y circunstancias personales de una persona. Mientras la moralidad se derive de la razón, debería haber un sentido bastante objetivo de lo que es virtuoso y lo que no lo es.

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